viernes, 6 de abril de 2007

Quiero ser Legionario

Es curioso ver la expectación que se crea en semana santa con la performance realizada por los cuerpos militares, lease la legión, los regulares, ejercito del aire o cualquiera que vista galones y uniforme.
(c) Diario SurPor la ciudad donde vivo, de un arraigado sentimiento semanasantero, desfilan varios cuerpos militares a lo largo es estos días, acompañando a los pasos religiosos. No voy a entrar al trapo de criticar o no la simbiosis religión-ejercito que se produce, es algo que ya me es indiferente. Creo que los desfiles militares son algo ya anticuado, de cuando los tres poderes de este país eran otros (iglesia y ejercito dos de ellos).

Lo que me llama la atención es ver la gran popularidad que alcanzan dichos desfiles, sobre todo entre los más jóvenes (entre los que no me cuento), entre aquellos que aún tienen oportunidad de "engancharse" (como se dice por aquí) a la legión u otro cuerpo militar. De hecho, dos imberbes que estaban a mi lado el pasado miércoles, tras el desfile de la legión, al que siguen los pasos religiosos con sus fieles, se decían el uno al otro: "Vámonos, que el resto es un rollo, tiramos por esta calle y lo volvemos a ver allí".

Sin embargo, cada año que pasa, el número de soldados profesionales es más escaso, teniendo que tomar medidas el gobierno para no ver los cuarteles vacíos. Y es que los chavales no queren ser soldados, la guerra es bonita en los videojuegos y en las películas, donde el bueno siempre gana. Además, un soldado no sale por la tele, no conduce cochazos ni sale con supermodelos (bueno, alguno habrá...). Los chavales quieren ser como Beckham, quieren ser participantes de Gran Hermano o de Operación Triunfo, a las malas prefieren ser el novio de una famosilla de turno que le pone los cuernos con su mejor amiga, que también tiene sus minutos de gloria. Ser soldado es un rollo, al igual que ingeniero, camarero, pintor, albañil, abogado o médico.

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